Artículo 13: ¿el fin de Internet tal y como lo conocemos?

Shutterstock

El artículo 13 del que todo el mundo habla, a examen: ¿realmente va a acabar con el Internet que conocemos?

El Parlamento Europeo, a falta de la votación oficial, tiene intención de revolucionar Internet con el artículo 13, integrado en una serie de normativas que pretenden renovar la regulación anticopyright actual. En caso de aprobarse, las plataformas deberían emplearse a fondo para eliminar el contenido que infrinja los derechos de autor. Es decir, prácticamente todo.

Por Guille Galindo  |  04 Diciembre 2018

Internet está revolucionado, y todo por culpa del Parlamento Europeo. Si recordáis, hace unos meses la UE tenía previsto aprobar una ley que modificara para siempre la libre difusión de contenidos en la red basándose en el copyright. Las críticas que recibió la reforma lograron paralizarla, aunque poco después se aprobaron los artículos 11 y 13 de la denominada Directiva de derechos de autor de la Unión Europea, una revisión de la regulación que existe en la actualidad y que data de 2001, cuando Internet estaba aún en desarrollo.

¿En qué consiste el temido artículo 13?

El artículo 11 establece la 'tasa Google', similar a lo que se hizo en España en 2014 que terminó con el cierre de Google News. Pero es el 13, históricamente un número ligado a la mala suerte, el que puede cambiar el futuro de Internet. La duda ahora es, ¿es tan malo como lo pintan?

Básicamente, lo que intenta la UE con este artículo es uniformidad a la hora de combatir la piratería y el uso de contenido de terceros y, sobre todo, y ahí radica la clave de todo esto, que las plataformas sean las que asuman la responsabilidad de su histórica falta de contundencia al respecto.

Me explico. Hasta ahora, la culpa de lo que se subía a YouTube o cualquier página similar era del usuario. Si le pillaban con contenido de terceros y le censuraban por ello, toda la carga recaía en quien lo subió, no en quien le permitía subirlo. Hasta ahora. El filtro anticopyright que quiere imponer Europa exige a multinacionales como Google, Twitter o Facebook monitorizar todos y cada uno de los contenidos que se vayan a subir a la web y eliminar los que no cumplan las condiciones antes de que alcancen la red. Algo así como los miembros de seguridad que se aseguran de que no llevemos nada sospechoso antes de entrar en un avión.

Evidentemente, el coste de llevar a cabo esta minuciosa observación, y la responsabilidad que supone, tienen en vilo a estas plataformas, que rápidamente han movido sus hilos para que la opinión pública se muestre en contra de la medida. Que no nos engañen, en este caso podrán apoyar nuestra causa, pero si los usuarios están en contra por la pérdida masiva de contenido, las multinacionales lo están por el temor a perder dinero.

Las principales plataformas que conforman Internet, en peligro con la nueva normativa.
Las principales plataformas que conforman Internet, en peligro con la nueva normativa. Shutterstock

Una solución correcta en el fondo pero exagerada en su ejecución

Lo cierto es que el artículo 13 es tan abstracto y deja tantas incógnitas en el aire que es muy difícil que pueda salir adelante a menos que concreten muchos supuestos. Por ejemplo, establece que sean las grandes empresas las que acaten esta norma, porque el coste del nuevo filtro es inaudible para las webs más pequeñas. ¿Pero cuál es el límite?

Además, la dureza que se presupone obligaría a tomar este artículo 13 (decimos que se presupone porque no nos han informado como es debido al respecto) terminaría con la gran parte de los vídeos de Internet. YouTube y el resto tendrán que comprometerse a que no se comparta contenido con derechos de autor. Se subirán y estarán bloqueados de forma preventiva, hasta que el VAR, en este caso el nuevo filtro anticopyright, les dé validez o no. Para ello, el autor deberá demostrar que todo el material utilizado entra en los estrictos márgenes legales. Y por todo, nos referimos a TODO.

¿Qué significa eso? Que los covers difícilmente podrán continuar, al estar basadas en melodías registradas. Lo mismo pasará con cualquier vídeo con copy en el que reforzarse, ya sea de entretenimiento o divulgativo. Los gameplays, otro de los estandartes de YouTube o Twitch, o incluso las parodias, también se verán afectados. Sin estos vídeos, el interés en estas plataformas cae en picado, y con ello la publicidad y el dinero. Por eso se están metiendo tanta prisa en intentar tirar por la borda la medida con el apoyo popular a través de mensajes preocupantes o incluso una web en la que se expone las consecuencias que tendría el artículo 13.

¿Y el resto? ¿Qué posición deberíamos tomar? Solo la posibilidad de que puedan eliminar nuestros vídeos favoritos causa repulsión. Por si fuera poco, los rumores sobre que tampoco podamos subir a las RRSS fotos con un libro o juego concreto al estar registrado son una locura que imagino (y espero) no terminarán llevándose a cabo.

Pero seamos sinceros, hay que regular el contenido de alguna forma para que los autores tengan el reconocimiento que merecen. Durante estos años, la mayoría hemos aprovechado la ausencia de normativa al respecto para pasarnos el copyright por el forro. Consciente de ello, Google, ahora que le ha visto las orejas al lobo, ha pedido al Parlamento Europeo un acuerdo alternativo al artículo 13, que regule como es debido esta relación. De hecho, YouTube ya tiene un filtro, el Content ID, bastante polémico además. Solo hay que recordar el episodio que vivió James Rhodes, al que YouTube le eliminó un vídeo en el que interpretaba a piano una composición de Bach porque Sony reclamaba los derechos de autor de una persona que murió hace 300 años.

Sea como fuere, la batalla no está todavía decidida. El artículo 13 se votará los primeros meses de 2019, y hasta entonces seguro habrá decenas de negociaciones para encontrar una solución que guste a la mayoría. Más les vale a unos y otros, porque hay mucho en juego, más de lo que el Parlamento Europeo pueda imaginar.

Artículos recomendados