Black Friday 2021: la falta de stock y el cambio de hábitos de consumo marcan el evento

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El Black Friday, en peligro por la crisis de suministros: empresas y consumidores se alejan de este modelo de negocio

La enorme crisis de suministros ha sembrado la incertidumbre para el Black Friday. La escasez de microchips y suministros suscita preocupación y da pie a nuevos modelos de consumo y a que las empresas comiencen a desmarcarse de esta semana de ofertas.

Por Jon Irisarri  |  10 Noviembre 2021

El Black Friday vive en 2021 su año de mayor incertidumbre desde que se convirtiera en un fenómeno global. El motivo, la dudosa adaptación del evento consumista por excelencia al contexto de la crisis de suministros en la que se encuentra el planeta. El desabastecimiento de semiconductores y microchips que al principio parecía ajeno a nosotros nos está afectando más de lo previsto, y además se ha extendido a todos los sectores en un ambiente de caos.

No obstante, el sector más perjudicado sigue siendo el tecnológico. Las primeras damnificadas fueron Sony y Microsoft, con la falta de stock de PlayStation 5 y Xbox Series X/S. Más tarde, Apple advertía de las dificultades que conllevaría crear suficientes modelos de iPhone 13 (ha lanzado 10 millones menos que iPhone 12). Actualmente, el problema afecta a todas las ramas de este mercado.

El Black Friday ha sido, hasta ahora, la época ideal para darse un capricho tecnológico, y es que cerca del 40% de la población aprovecha estas fechas para comprar un producto de tecnología a buen precio. Por lo tanto, si el evento subiste en gran parte por la venta de tecnología, esta edición va a tener serios problemas para hacer frente a toda la demanda.

Lo más probable es que los productos que compres en Black Friday tarden varias semanas (si no meses) en llegar
Lo más probable es que los productos que compres en Black Friday tarden varias semanas (si no meses) en llegar Unsplash

Si el consumidor acude a la tienda con la intención de comprar un producto y no está, tiene dos opciones no demasiado sugerentes. Por un lado, podrá comprar otra existencia que sí se encuentre en tienda, hasta que no quede nada y el Black Friday pierda el sentido. Por otro lado, queda la opción de pedir el producto vía Internet, pero la crisis provoca que los pedidos tarden demasiado tiempo en llegar.

Patronales como la Asociación Nacional de Grandes Empresas de Distribución (ANGED) o DigitalES aseguran que no habrá ningún problema de disponibilidad de productos. Parece más un intento de no sembrar el pánico y minimizar daños que otra cosa, viendo que hasta la misma Casa Blanca se ha manifestado, admitiendo que habrá productos que la gente no pueda conseguir.

Si la gran crisis de suministros y su consecuente desabastecimiento no fuese suficiente, a esto se le ha añadido la crisis de transporte provocada por la falta de buques. Además, en un contexto de crisis sanitaria como el actual, en el que muchos puertos se ven condicionados por las variantes de la COVID-19, es complicado establecer un comercio fijo y sin alteraciones. Por tanto, todo esto ha terminado por desencadenar en lo que se está empezando a llamar como la 'tormenta perfecta'.

Lenovo, una de las primeras en bajarse del barco del Black Friday

La delicada situación ha comenzado a provocar decisiones extraordinarias en ciertas empresas. El beneficio que logran muchas de ellas en el Black Friday proviene de esa gran cantidad de ventas con las que se consigue compensar la bajada de precio. Ante el desabastecimiento y la falta de materiales, el precio de fabricación aumenta, y lo normal es que también lo hiciera el precio de venta al consumidor. Sin embargo, con el Black Friday se ven obligados a bajar los precios para atraer a los clientes. Esta pérdida económica solo se vería compensada, como decíamos, por una venta masiva del producto, pero la venta masiva en 2021 es imposible al no haber suficiente suficiente stock. Y vuelta a empezar. Es la pescadilla que se muerde la cola y que ha obligado a las empresas a reconocer la cruda realidad: el Black Friday no les va a salir rentable de ninguna manera.

El primer paso es admitir que tienes un problema. El segundo, trabajar en consecuencia. Es el caso de Lenovo, quien ante la falta de abastecimiento de materiales ha optado por no reducir el precio de sus productos para el Black Friday. Es decir, no participar. La multinacional china ha decidido dar prioridad a la disponibilidad del producto y no dedicarse a vender lo que no tienen, porque ahora mismo no se puede fabricar. Lenovo destaca en el mercado de ordenadores, muy condicionado por la ausencia de microchips. En este contexto, han creído conveniente alejarse de la estrategia del Black Friday.

La decisión de la empresa china puede ser un punto de inflexión para las marcas, y es que muchas siguen negando una realidad evidente. Es más, los consumidores empiezan a ver de forma clara que la falta de productos es un problema real, y con la decisión de Lenovo esa idea puede ganar adeptos.

Es el momento del cambio para el consumidor

Quizás la 'tormenta perfecta' haya abierto los ojos de la sociedad y su hábito de consumo. El planeta y sus materiales no son infinitos, y la crisis de abastecimiento ha puesto sobre la mesa una realidad que lleva tiempo siendo un gran problema. Que este Black Friday se presente de forma tan incierta puede tener una consecuencia positiva: concienciar acerca de la sostenibilidad a muchos compradores.

La sostenibilidad puede ser la kryptonita del Black Friday
La sostenibilidad puede ser la kryptonita del Black Friday Unsplash

Es más, la falta de stock hará que muchos ciudadanos recurran a las compras de segunda mano de cara al periodo navideño. Un mercado cada vez más utilizado y que ha doblado su volumen e importancia global tras la pandemia, incluso antes de esta crisis de suministros. La compraventa de segunda mano resulta beneficiosa para el planeta, desde luego más que el consumismo exacerbado del Black Friday, como llevan años apuntando los líderes del movimiento 'Buy Nothing Day'. La clave de la cuestión está en comprobar si estas compras de segunda mano tienen una causa exclusivamente práctica y económica o se esconde un ápice de moral entre los consumidores.

Cuando la crisis de abastecimiento apacigüe, veremos si la gente y sus hábitos de consumo toman conciencia de la delicada situación del planeta, o si seguimos consumiendo sin atender a las consecuencias.

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