¿Cuándo sustituirán las teles 8K a las 4K?

Samsung

Por qué comprar ya una TV 8K no es tan buena idea como crees

Aunque haya quien se lo plantee o quiera dar el salto al 8K, todavía dista de ser rentable hoy en día, y tiene su explicación.

Por Adrián Tomé  |  09 Junio 2022

Cada vez más dispositivos cuentan entre sus especificaciones con capacidad para soportar resolución 8K: modelos Pro de las consolas de última generación, los últimos portátiles de Apple u otras marcas, cámaras, móviles, proyectores, monitores... Y por supuesto, televisores, donde el 8K pretende asentarse desde ya.

Y es que, aunque parezca todavía algo que no se encuentra entre nosotros, llevamos ya con TV en 8K en el mercado un tiempo considerable. Sin embargo, tan real es esto como que la mayoría de los consumidores todavía están en pleno cambio al 4K o llevan poco tiempo con él, desde luego no el suficiente para dar el salto al 8K.

No ayuda tampoco la ausencia de contenido en 8K, en lo que viene siendo construir la casa por el tejado: primero vendes la tele en 8K sin que la gente conozca exactamente qué es el 8K. Y claro, así se explica la poca demanda. Aun así, las empresas siguen lanzando estos productos, en vez de esperar. ¿Por qué? Todavía no lo sabemos. De momento vamos a explicaros un poco qué es el 8K y qué posibilidades tiene, ya que nadie del sector parece interesado en enseñarnos.

¿Qué es el 8K y cuándo empezó?

El 8K o 8K UHD es una resolución de pantalla que equivale a 7680 x 4320 o 33 millones de píxeles. En contra de la intuición que nos dice que es el doble, el 8K tiene cuatro veces más resolución que el 4K. Suele venir acompañado de la tecnología HDR (high dynamic range) que resalta bastante la diferencia, a pesar de que la tele 4K con la que lo compares también lo tenga.

La primera televisión 8K se anunció hace casi una década, en 2013, de la mano de la compañía Sharp. Si ahora todavía no tenemos contenido en 8K, por aquel entonces era totalmente impensable. No obstante, la compañía japonesa presentó su proyecto en el CES de 2013 esperando causar una revolución. Su aparato de nada menos que 85 pulgadas causó furor dentro del sector, siendo una televisión con una resolución 16 veces mejor que el HD, pero los compradores no lo vieron ni mucho menos igual. Esta monstruosidad llegó al mercado finalmente en 2015 por la friolera de 133.000 dólares.

¿De qué sirve una TV 8K si no podemos ver nada en 8K? se preguntaba todo el mundo por aquel entonces, y tras todos estos años seguimos con el mismo problema. Entre medias fueron muchas las compañías que siguieron presentando modelos 8K con la esperanza de atraer a alguien. Panasonic, LG, Hisense, Sony y especialmente Samsung han continuado produciéndolas.

Afortunadamente los costes se han abaratado considerablemente y los precios ahora empiezan en alrededor de 1.500-2.000€ para las televisiones 8K. Las tres marcas a tener más en cuenta para zambullirse en el 8K son Samsung, LG y Hisense. Samsung te va a ofrecer el mejor rendimiento, LG tiene también un muy buen rendimiento y Hisense pone los mejores precios sobre la mesa. Sony está nada mal, de hecho tecnológicamente tienen modelos impresionantes, pero sus precios suelen ser más elevados. Por otro lado, Sharp y Panasonic han caído a un segundo plano en el mercado de las Smart TV, mayoritariamente por no poder ofrecer productos de la misma calidad que otras compañías.

Aunque haya buenas opciones como el nuevo modelo de Samsung que podemos encontrar por 1.499€, hay que pensárselo dos veces antes de efectuar la compra
Aunque haya buenas opciones como el nuevo modelo de Samsung que podemos encontrar por 1.499€, hay que pensárselo dos veces antes de efectuar la compra Samsung

¿Cuándo va a ser verdaderamente relevante el 8K?

No fue hasta 2017 cuando las empresas empezaron a promocionar agresivamente el 4K, años después de que se produjera mucho contenido en esa resolución y un tiempo desde que el mundo del gaming corriera sin problemas en 4K. Este es nuestro mejor referente para tratar de predecir lo que le depara a las televisiones 8K.

Para que lleguemos a este punto se tiene que producir una cantidad de contenido en 8K bastante grande, cosa que ahora mismo no existe, más allá de un puñado de vídeos en YouTube. Para que esto suceda, los costes por grabar en 8K se tienen que reducir. Esto pasa tanto por el precio de las propias cámaras, como por mejorar la capacidad de comprimir los archivos que se generan.

Lo segundo es especialmente importante, ya que para hacer posible el 8K sin caídas ni bajadas de calidad en servicios de streaming, el principal modo de consumo hoy en día, se haría necesario tener una conexión muy potente y por lo tanto no sería accesible a mucha gente.

En el caso concreto de cine y series, hay que poner en contexto que el Blu-Ray apenas se está popularizando en formato 4K todavía, siendo el HD el estándar en ese mercado.

En 2021 se vendieron apenas 300.000 TVs 8K en todo el mundo y no es de extrañar. Por poner en contexto, el año pasado solo, se vendieron más de 309 millones de Smart TVs. Es muy posible que la tendencia empiece a cambiar en los próximos años, pero ahora mismo no sale rentable. Son más caras que los mejores televisores 4K y no te ofrecen más, por la simple razón de que no se produce contenido en 8K, pero sí que se producen muchas cosas en 4K. Aunque te vendan el reescalado a 8K sigue sin merecer la pena.

Todo esto es un poco el asunto de qué fue primero, el huevo o la gallina. No puedes tener reproductores 8K sin tener contenido en 8K, ni tampoco puedes tener contenido en 8K sin tener reproductores 8K. En este caso los reproductores llegaron primero, y ahora tienen que esperar, algo obsoletos, a que el contenido también lo haga. Habrá que tener paciencia y hacer tiempo por lo menos hasta 2026 para que esta compra tenga sentido y los precios empiecen a bajar y acercarse a lo que nos cuesta ahora comprar una televisión con 4K.

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